Ante la presión sufrida en estos últimos días para que me acabase “Señora de rojo sobre fondo gris” de Miguel Delibes, ayer por la noche leí por fin las últimas diez páginas que me quedaban. El retraso se debe sobretodo a que solo he leído dicho libro en el metro, a mi lentitud a la hora de acariciar las páginas y a la apatía que me entra de vez en cuando y me impide leer. He tardado 3 meses en finalizar esta lectura, 151 páginas con una letra enorme y sin prólogo, por lo cual quiero pedir disculpas a las personas que llevan esperando casi desde mediados de Agosto, en breve este libro estará en vuestras manos.
Cuando vuelvo a casa después del trabajo, casi siempre me voy fijando en la gente que va en el vagón del metro. Inmigrantes, españoles, trabajadores, estudiantes, viajeros, amas de casa y esos señores de traje y corbata que miran alrededor por encima del hombro, creyéndose superiores al resto cuando tan solo son un espécimen más con una vida muy aburrida. A veces pienso si me convertiré alguna vez en uno de estos seres, un esclavo del trabajo de despacho, encerrado entre cuatro paredes todo el día, mucho tendrían que cambiar las cosas. Es verdad que me he puesto traje y corbata en alguna boda, aunque mas bien ha sido un acto para pasar desapercibido entre los demás invitados, emborracharme y largarme a casa cuanto antes.
Si alguna vez me convirtiera en uno estos señores, seguramente me asfixiaría con la corbata y terminaría mis días en la mesa de mí despacho, muerto sobre una pila de papeles en blanco y una botella de White Label.