Pequeños momentos cotidianos
Me paso las mañana enteras pensando en la siesta, ese momento en el que cierro los ojos e intento resetearme aunque no me quede dormido, todos los días 30, 20, 15 minutos después de comer, da igual el sitio, siempre encuentro mi rincón para echarme la siesta, y aunque las mejores son las del sofá de casa con la chimenea y la copa de orujo El Coterón, las del metro o el autobús también son bienvenidas.