Esta es mí libreta nueva creada artesanalmente con unos papeles sacados de la papelera, unos plásticos viejos llenos de polvo y un poco de cinta azul encontrada en algún rincón del almacén.
Tras varios días de elaboración del mandala de arena tibetano, los monjes destruyen la obra para representar la impermanencia de la vida. La arena se recoge desde los bordes hasta la parte central, todo vuelve al sitio de donde viene.
Restablezco de nuevo la conexión con el mundo exterior, a partir de hoy podéis volver a llamarme al teléfono móvil sin que salga la voz de una señorita indicando que tengo las llamadas entrantes restringidas.